Esta distinción fue entregada por el Rector Luis Enrique Arango Jiménez, durante la ceremonia de apertura a la XVII Convención Nacional de Egresados.
El siguiente es el texto de la intervención:
EGRESADO DISTINGUIDO XVII CONVENCIÓN NACIONAL DE EGRESADOS
UNIVERSIDAD TECNOLOGICA DE PEREIRA
17, 18 Y 19 DE AGOSTO DE 2012
Semblanza biográfica de Maurier Valencia Hernández.
Continuando con lo que ya se ha vuelto tradición en las convenciones de egresados de la Universidad Tecnológica de Pereira, me corresponde hoy en nombre del Consejo Superior, exaltar la vida y obra de un egresado ejemplar; uno de aquellos que nos llena de orgullo como educadores y también como graduados de esta magna institución. Me refiero al Ingeniero Industrial MAURIER VALENCIA HERNÁNDEZ, actual Director de la Caja de Compensación Familiar de Risaralda y quien como apreciarán en el curso de esta intervención posee atributos de sobra para servir de ejemplo y referente para las actuales y futuras generaciones de egresados.
Su ciclo vital me va a permitir incursionar por la Pereira de antaño, aquella villa acogedora y jovial que recordamos con nostalgia, y que nos inunda el recuerdo cada vez que la evocamos. Puedo afirmar con certeza y conocimiento, que si por algo se caracterizó Pereira durante mediados del siglo XX, fue por ser refugio y destino para aquellos obligados migrantes, que huían de la violencia partidista que azotaba el país por aquel entonces. Buena parte de nuestros actuales barrios populares, se originaron en este éxodo de familias que venían a Pereira, escapando de la muerte y en búsqueda de una nueva oportunidad, en el abrigo que podía brindar la incipiente pero pujante economía local. Esta fue sin duda una epopeya protagonizada por personas humildes, a quienes la historiografía local aún no les ha prestado la debida atención, pero que explica, no solo hechos sociológicos como la consolidación urbanística de Pereira, sino hechos más humanos y palpables, como la razón por la cual muchos de los que hoy nos encontramos reunidos aquí, nacieron o crecieron en esta ciudad. Este es el caso de la persona que hoy recibe este homenaje, el Dr. Maurier Valencia Hernández, el último de los tres hijos de una familia formada por un músico liberal y una maestra, hija de un finquero conservador, ambos oriundos de Quinchia.
Aunque nació en Quinchía, municipio risaraldense perteneciente por entonces al departamento de Caldas, Maurier Valencia dice que sólo recuerda haber vivido en Pereira durante toda su vida. Y no es para menos, pues tan solo contaba con 18 meses de edad, cuando su padre, Pedro Pablo Valencia, recibió uno de aquellos panfletos amenazantes que se hicieron tristemente célebres en los años 50.
Debido a la condición de tener suegro conservador, tuvo la oportunidad de salir bajo preaviso cuando la violencia comenzó a agudizarse en su pueblo natal, una formula de sobrevivencia que fue de común ocurrencia. Pedro Pablo era un talentoso intérprete de instrumentos de cuerda, alegre y amante de la lectura, lo que explica que hubiera bautizado a cada uno de sus hijos –Nicelly, Nessler y Maurier- con nombres que había tomado de novelas francesas. En su forzosa huida, inicialmente se ubicó en Manizales, donde conoció y se hizo amigo de Alonso Payana, un notable artista recordado por ser el fundador de la banda de Músicos de Manizales y también de la de Pereira; este le enseñó a Pedro Pablo a interpretar el bajo y el contrabajo de las orquestas sinfónicas. Juntos decidieron venirse a Pereira, donde Pedro Pablo terminó siendo parte de la Banda de músicos, que su amigo había fundado. Así se hizo empleado del Municipio de Pereira.
Ya con un lugar seguro en el cual su familia pudiera crecer sin el temor de ser víctimas de la violencia, Pedro Pablo Valencia dejó expandir su temperamento musical en otros espacios de la existencia. Durante las décadas del cincuenta y el sesenta, paralelamente a los cambios urbanísticos y demográficos, Pereira experimentó una época de bohemia sin igual. Por entonces surgió El Páramo, éste reconocido lugar donde al ritmo de música popular, bambucos y tangos, convergía la vida cultural de esta ciudad que comenzó a mostrar esos rasgos que la definirían como La querendona, trasnochadora y morena. Mientras tanto, en el hogar de la familia Valencia Hernández la música se vivía de una especial manera. Músicos célebres de aquella época como Edmundo Arias y Óscar Agudelo solían quedarse durante temporadas como invitados de Pedro Pablo Valencia. Maurier fue creciendo en este ambiente entrañable de personas sensibles, románticas y soñadoras. Quizás por ello es que sus primeras percepciones de Pereira, hablan de una ciudad pequeña, incluyente, que permitía soñar y sobre todo que se distinguía como lugar de acogimiento para el forastero.
El ambiente musical que rodeaba el hogar de Maurier, no logró sin embargo, que él, ni ninguno de sus dos hermanos mayores tomara el camino de su padre, otro capricho del destino, que también suele ocurrir. Probablemente en ello influyó doña Teresa Hernández, su señora madre, quien fiel a su pasado como maestra, condujo a sus hijos por senderos menos lúdicos y más pragmáticos. Fue así como Maurier realizó su bachillerato en el colegio Deogracias Cardona, del cual se graduó en 1966. Para entonces, Maurier Valencia era un joven sobresaliente en los estudios, con un notorio gusto por los números, lo cual seguramente influyó para que entrara a estudiar en la recién fundada Universidad Tecnológica de Pereira en la carrera de Ingeniería Industrial; aunque la verdad sea dicha, hubiera sido muy difícil hacerlo en otra parte. Era la única universidad en Pereira para la época.
Maurier recuerda su paso por la UTP como parte de un proceso que le permitió formarse integralmente, complementando lo que ya se había iniciado desde su época de estudiante de bachillerato. Si bien es cierto que por aquellos años la Universidad Tecnológica de Pereira se concentraba en la formación técnica, desde un comienzo estimulaba una visión universal de la formación; nada más y nada menos que bajo el influjo de Jorge Roa Martínez y de Guillermo Angel Ramírez, dos humanistas ejemplares, fundadores de la Universidad. El espíritu inquieto y sensible de Maurier Valencia, nunca dejó de preguntarse por las aplicaciones cívicas, morales y éticas que podían desprenderse del conocimiento técnico ahí impartido. Se fue consolidando de esta manera en él, un elemento distintivo de su personalidad y de la forma de encarar la gestión: ese sentido de responsabilidad social implícito en el ejercicio profesional, que va más allá de cualquier compromiso laboral para enmarcar un imperativo ético en quienes tienen la posibilidad de ejercer cualquier tipo de influencia en su comunidad. Maurier siempre se ha caracterizado por impulsar y promover causas sociales y cívicas con esmero y generosidad.
Simultáneamente con sus estudios universitarios, Maurier había comenzado a ejercer la docencia en diferentes colegios de la ciudad, una actividad que lo subyuga y que ejercería posteriormente en las universidades hasta hace muy poco, no obstante sus múltiples ocupaciones.
Después de graduarse en 1972, comenzó a trabajar para Colombina. En este empleo descubrió que lo suyo no era precisamente la producción, sintió que poco podía hacer frente a ese imperativo de responsabilidad social que ya palpitaba en su interior. Luego se vinculó al Icetex por una corta temporada como Ingeniero de Métodos y Sistemas, para de allí partir con gran entusiasmo a la Universidad Libre como Director de Planeación. Trabajó al lado de Octavio Barbosa, gestor de la Facultad de Economía de dicha institución.
La oportunidad de llevar a cabo su cometido social le llegó cuando entró a hacer parte en 1976 de la Caja de Compensación Familiar –COMFAMILIAR-, la cual estaba bajo la dirección de Luis Eduardo Baena, a quien Maurier Valencia recuerda como su gran mentor. Recordado por su espíritu afable y cálido, Luis Eduardo Baena fue un director administrativo que creía en el liderazgo con formación, buscando que sus subordinados tuvieran la posibilidad de crecer y avanzar dentro de la empresa. Esto se ve reflejado de manera palmaria en el caso de Maurier Valencia, quien además confiesa haber sentido siempre a su mentor acompañándolo. Un atributo propio de los buenos equipos de trabajo. Este aprendizaje fue significativo para llevar a feliz término la primera tarea que le comisionaron: encontrar estrategias que posibilitaran el resurgimiento competitivo del Supermercado Comfamiliar que durante aquellos años venía perdiendo fuerza frente a la competencia. Maurier no solo lo logró, sino que llevó al supermercado a liderar este ramo comercial en la ciudad. No lo hubiera logrado, afirma, sin la regla de oro enseñada por Don Luis Eduardo, según la cua, el trabajo en equipo y la confianza entre sus miembros es clave para lograr cualquier objetivo. “Sentía que me estaba formando como su sucesor” confesó Maurier, y el tiempo le dio la razón, pues en 1984, tras veintiún años de gestión administrativa, Luis Eduardo Baena dejó la dirección de Comfamiliar, postulando el nombre de Maurier Valencia como la persona idónea para sucederlo, propuesta que fue secundada por la Junta Directiva, eligiéndolo por unanimidad.
Hablar del buen desempeño que ha tenido Maurier Valencia al frente de Comfamiliar como director general, se vuelve innecesario frente a los hechos. Una prueba simple de esta excelente gestión es la ratificación en su cago que le hiciera la Junta Directiva en el 2010 cuando, por solicitud de él mismo, y después de 26 años de haber ocupado el cargo, fue analizada la posibilidad de efectuar un relevo generacional. La junta consideró que él seguía siendo la persona idónea y con los méritos suficientes para seguir dirigiendo la Institución.
La gestión de Maurier se ha caracterizado por ser valiente y arriesgada. No se ha conformado simplemente con dirigir la institución manteniéndola a flote en medio de las turbulencias económicas de estas últimas tres décadas, sino que la ha llevado a ser una de las cajas de compensación líderes en Colombia. Esto resulta evidente al constatar que Comfamiliar se ha venido consolidando en sus dos áreas estratégicas: el eje misional, referido a las funciones esenciales que comparte con cualquier otra caja de compensación, y el eje empresarial, de iniciativa propia, que no está supeditado a ningún deber legal, sino al interés de autogestión y fortalecimiento institucional. De esta manera, mientras en el primero se realizan las funciones básicas a partir de los recaudos de las empresas afiliadas, en el segundo se ofrece una gama de servicios autofinanciados desligados de los aportes de afiliación. Este segundo eje es resultado del talante proactivo e innovador que caracteriza la gestión de Maurier y que ha permitido el surgimiento de instituciones empresariales tales como la Clínica Comfamiliar y Asopagos, una sociedad anónima destinada a recaudar el pago unificado de la seguridad social de 29 cajas de compensación, así como la actual implementación de Caja sin fronteras, una red de servicios para miembros afiliados a cualquier caja de compensación en el territorio nacional. Es de destacar que, actualmente este segundo frente de trabajo, que no parte de una obligatoriedad en el funcionamiento de Comfamiliar, es el que reporta los mayores ingresos, superando los aportes de las empresas afiliadas.
Como un gerente visionario y emprendedor, aprovecha las crisis; el fortalecimiento de esta segunda dimensión de las actividades de Comfamiliar surge de un momento de dificultad: Tras la llegada de nuevas cadenas de supermercados trasnacionales a la ciudad, poco a poco los Supermercados Comfamiliar fueron perdiendo fuerza en el mercado. Era una situación penosa y angustiante pues hacia tan solo siete años, estos reportaban el 73% de los ingresos de la empresa y su cierre significaba un golpe brutal para la caja de compensación. En lo personal también era una tragedia, pues aquellos habían sido, paradójicamente los supermercados que él había salvado en aquella primera tarea asignada por Luis Eduardo Baena y ahora los veía amenazados de muerte. Sintió en el 2005 que aquella primera tarea que le encomendara su mentor, y que fuera realizada con indudable éxito, regresaba treinta años después, en una nueva versión, para invitarlo a una segunda defensa, amenazando con derrotarlo esta vez, dada la complejidad de las circunstancias. No fue así. Armado de valor y consciente del enorme compromiso con la suerte de los empleados de Comfamiliar, orientó su gestión para amortiguar el impacto económico y social que significó la crisis, pero sobre todo hacia buscar una salida. Se llegó a un acuerdo en el cual, los supermercados cedieron su infraestructura a otras marcas a cambio de una comisión porcentual sobre las ventas y se dio inicio a un plan de mejoramiento a la que por entonces era la Clínica Materno-infantil de nivel 1 y 2, para convertirla en la actual Clínica Comfamiliar, un moderno hospital de cuarto nivel con posibilidad de prestar sus servicios a toda la región y competir abiertamente en el mercado de las IPS. La crisis fue conjurada y lo que parecía un golpe mortal, pasó a convertirse en una oportunidad de avance y desarrollo institucional.
El talante aguerrido y proactivo en el sector empresarial que define a Maurier Valencia contrasta con su sensibilidad social. Desde su lugar en Comfamiliar nunca ha dejado de preocuparse e innovar en nuevas formas de servicio a la comunidad. Lejos de ser prisionero de un puesto, sin importar cual este sea, para Maurier Valencia el sentido de responsabilidad social es asumido casi que de manera vocacional, siendo Comfamiliar una plataforma para poder materializar sus sueños de servicio. Sin embargo, de no estar ocupando este cargo, la historia no sería muy diferente. La conformación de la Fundación Colsalud hace siete años, justo en el momento más tenso de su gestión en Comfamiliar, así lo prueba. La Fundación Colsalud es una entidad sin ánimo de lucro conformada en septiembre del 2004 destinada a apoyar la inclusión social de personas en condición de discapacidad física y cognitiva mediante programas de formación artística. En sus inicios Maurier Valencia gestó esta idea con un puñado muy reducido de idealistas, que hoy en día, menos de 10 años después de su creación, ya cuenta con más de trecientos personas entre miembros gestores y benefactores. Todo un ejército de soñadores en pos de un objetivo tan loable como lo es el de hacer posible que personas con capacidades especiales provenientes de las poblaciones más vulnerables de nuestra sociedad, encuentren una oportunidad para construir un escenario de dignidad y superación de sus limitaciones.
Lejos de toda actividad empresarial, fuera de los ropajes formales que la sociedad impone a quienes han triunfado en la vida, Maurier Valencia es una persona humilde, dueño de una sonrisa amplia que jamás es mezquina, buen conversador y muy atento de las personas que lo rodean. Es pues lo que se llama un hombre sencillo, y no podría ser de otra manera puesto que su misión es así mismo, una misión sencilla, pero trascendental: servir, servir de la mejor manera posible a todos aquellos a quienes se pueda. Y ese ejemplo ante la sociedad, hace que cualquier homenaje a este hombre sencillo, parezca pequeño.
Maurier Valencia Hernández, es Ingeniero Industrial de la Universidad Tecnológica de Pereira, con especialización en Mercadeo de la Universidad EAFIT, Especialización en Alta Gerencia de la Universidad de Los Andes y Maestría en Seguridad Social del CIESS (Centro Interamericano de Seguridad Social- México)
Ha sido Catedrático en Pre-grado y Postgrado de las universidades Libre, Tecnológica, Católica de Pereira y EAFIT. Ha sido miembro de las Juntas Directivas de: Empresa de Aseo de Pereira, FOCAFE, encargada de la aplicación de los subsidios de las Cajas de Compensación para los arrendatarios afectados por el sismo de 1999, ANDI Seccional Pereira, FENALCO, Pereiranos por La Paz y la EPS S.O.S; Presidente y Vicepresidente de la Junta Directiva de la Asociación Nacional de Cajas de Compensación Familiar (ASOCAJAS), Copresidente de la Fundación Vida y Futuro, y Presidente de la Junta Directiva de la ANDI Seccional Risaralda- Quindío. Ha sido Cogestor de la EPS S.O.S y de la Fundación Vida y Futuro. Gestor de la Fundación COLSALUD y Cofundador de ASOPAGOS.
Actualmente es miembro de la Junta Directiva de FENALCO SECCIONAL RISARALDA, de la Junta Directiva de la Asociación Nacional de Cajas de Compensación y de ASOPAGOS.
Llegó la hora de terminar, y lo haré diciendo que Maurier nos honra como egresado, su forma de ser, de actuar, y volver sus sueños realidad, nos animan a imitarlo y ponerlo de ejemplo. Ello hace que la Universidad Tecnológica, a través del consejo designado, haya resuelto entregarle la condecoración Egresado Distinguido de la Universidad Tecnológica de Pereira.
Felicitaciones a sus hijas Isabel, Valentina, Sarita, Juliana y a su señora esposa Yolanda Beltrán, a sus familiares, amigos, y compañeros de trabajo. Es muy grato para mí, honrar en vida a un hombre ejemplar.
Felicitaciones Maurier, que Dios lo guarde.
LUIS ENRIQUE ARANGO JIMENEZ
Rector