DISCURSO HOMENAJE JUBILADOS UTP

Jueves 31 de Mayo de 2007 

Estimados Compañeros: 

Es profundamente grato para la Universidad que ustedes ayudaron a construir, recibirlos después de algunos años de ausencia relativa; digo relativa porque sé a ciencia cierta, que tanto ustedes como la Institución, jamás romperán el vínculo de afecto, reconocimiento y admiración mutua, construido a lo largo de fecundos años, durante los cuales, tanto ustedes como la propia Universidad se transformaron para bien: en lo familiar, en lo laboral, en lo institucional. Extraño sería pensar de manera diferente. 

No es un acto de cortesía o de zalamería el que nos mueve a expresar lo dicho; es la evidencia que a diario encontramos en ustedes, cada vez que el destino o el azar, nos premia con el encuentro casual. El jubilado es parte íntima de la Universidad, sangre de su sangre y como tal, aliado indiscutible de la Institución en su marcha. Nunca he encontrado un jubilado, que no esté al día con lo que está pasando en la Universidad; no sé cómo se informan, pero siempre de sus labios parten opiniones informadas, de preocupación o de aplauso, según sea el caso. Visitan la Universidad con frecuencia, apoyan su organización, nos acompañan en los momentos de dolor; en fin, ahí están, son de los nuestros. Para no hablar de los que aún en su condición de retiro continúan sirviéndole a la Universidad como investigadores, como docentes y aún en diversas labores. 

Como no tengo sino una vida, no puedo saber si esto es propio de la condición humana o es el resultado de la alquimia universitaria, que en los secretos de su ethos nos transforma y nos hace sensibles y objeto de misteriosas afinidades espirituales. 

La Universidad es ante todo un estilo de vida, un modo de ver las cosas, un espacio de libertad, que no puede reemplazarse fácilmente y que se extraña en lo profundo del sentimiento. Sólo la inevitabilidad de los ciclos laborales, nos sitúa en la odiosa realidad de tener que admitir el retiro como una realidad insobornable. 

Pero la vida se las arregla para darnos compensaciones como esta, donde quienes llevaron en sus manos la riendas y el destino de esta memorable Institución, quienes sudaron y suspiraron por hacerla grandiosa, se encuentran y reencuentran con los que aún continuamos activos, para mirarse a los ojos con satisfacción, por ser parte de la misma conspiración, de aquella que nos llena algunas veces de nostalgia, pero más, de alegría y regocijo. 

La Universidad Tecnológica de Pereira, no representa una estación de paso, ni un referente ocasional; para todos nosotros es y será una razón de vida, una obra, resultado de errores y aciertos, de auges y crisis, de mieles y amarguras, de amores, de desamores, hecha de la argamasa con que se hacen todas las obras humanas. 

Devolver las páginas del libro personal siempre será un ejercicio musical para la mente, un momento de alivio, de solaz. 

Que gran sueño haber construido entre todos esta gran Universidad que no para en su progreso; que todos los días nos da muestras de vigor, de pujanza, de ganas de triunfo. 

Esta es, estimados compañeros, la dimensión de la tarea que ustedes cumplieron y otros todavía cumplimos con alegría y optimismo. Una obra que jamás concluye, un organismo social que a diferencia de los biológicos, no tiene fin. Una epopeya inmortal que siempre nos alimentará hasta el final de los días. 

Así deseo seguir concibiendo mi tarea, y así presumo que ustedes la conciben. Por ello, no es un acto baladí el que nos congrega este día, para hacer un reconocimiento expreso a aquellos valientes que se encuentran de pié, para recibir los honores que la sociedad les adeuda. 

Que grato dejarnos llevar por los recuerdos, dejar volar la imaginación para volverlos a ver a cada uno de ustedes en la rutina laboral de aquellos tiempos, rodeados de sus amigos, de sus familias, apegados en la faena de construir su propio futuro. Lo lograron, hicieron lo que debían haber hecho: hicieron familia, hicieron país, ayudaron a formar miles de compatriotas que hoy bregan por seguir sus huellas. 

Todos ustedes tienen un común denominador; haber sido docentes que ingresaron a la Universidad durante su primera década de funcionamiento académico; es decir, cuando se construyeron las bases que soportaron lo que es la Universidad de hoy. Razón más que protuberante para hacer el reconocimiento que hoy nos congrega; sin que naturalmente los demás empleados que no son docentes también lo merezcan. Ya habrá oportunidad en su momento de hacerlo notar. 

En esta lista memorable están los pioneros, que abrieron el camino, con sabiduría y tesón; entre ellos debo mencionar a: 

Javier Arroyave Ochoa 
Gabriel Arteaga Mejía 
Joselín Cuadrado Tovar 
Víctor Barros Argote 
Manuel Cortes Ramírez 
Maria Teresa De La Cuesta De Salazar 
Lázaro Estrada Ospina 
Luis Eduardo González Arbeláez 
Gerardo María Lenis Cobo 
José Joaquín López Lobo 
Alfredo Mahecha Bustos 
Fabio Marín Villada 
Hernán Martínez Rincón 
Beatriz Amelia Mejía De Millán 
Jairo Melo Escobar 
Hernando Murillo Bustamante 
Oscar Manuel Patiño Murillo 
Rafael Portilla Suárez 
Ivette Rahal De Mejía 
Tulio Vicente Rodríguez León 
Rafael Tomas Rojas Arias 
Diógenes Rojas Gómez 
Reinaldo Torres Ramírez 
Bernardo Trejos Arcila 

Pero también, están los primeros egresados que formados por los anteriores, bajo su influjo fueron generosamente incorporados a las labores docentes para reforzar la tarea, entre ellos, permítanme mencionar a: 

Álvaro Acosta Montoya 
María Virginia Aristizábal Parra 
Hernán Barreneche Ríos 
Diego Franco Botero 
Lelia García López 
Santiago Gomez Rivera 
José Albeiro Gil Ruiz 
Jorge Enrique Gómez Gómez 
Luz Ángela Gómez Hincapié 
Alberto González González 
Mario De Jesús Hoyos Mesa 
Néstor Marín Naranjo 
Samuel Mesa González 
Ciro Alfonso Morales Ruiz 
Hernando Ocampo Gil 
Fabio Ocampo Piedrahita 
Luis Ernesto Ortiz López 
Dagoberto Ospina Bolaños 
Carlos Alberto Ossa Ossa 
Martín Alonso Parra Parra 
Juan Augusto Ramírez González 
Ruby María Santa Giraldo 
Harvey Toro López 
Hernando Villa Escudero 
Elizabeth Villamil Castañeda 
Jorge Eliécer Trejos Carvajal 

Y otros que pudiéramos llamar de segunda generación, como: 

Alejandro González Barajas 
Jaime Hernández Gutiérrez 
Reinaldo Torres Ramírez 
Jairo Manuel Tovar Contreras 
Álvaro Francisco Rojas González 
Martha Leonor Vélez De Osorio 
Hernando Enrique Tijera Castilla 
Mario Vélez García 

Como habrán podido notar a lo largo de los últimos años, la Universidad se ha transformado de manera integral; el nuevo siglo ha sido una oportunidad para propiciar grandes cambios que aunados al acumulado histórico que ustedes han ayudado a construir, han puesto a la UTP en un sitial de gran reconocimiento nacional. 

La investigación que en el pasado era más un deseo que algo concreto y real, se ha vuelto una actividad cardinal en todas las facultades; 53 grupos de investigación reconocidos por Colciencias así lo testimonian. Esta actividad, que presagia un influjo general en las actividades académicas y en la región, se ha vuelto un eje crucial en el desarrollo de la UTP.

La oferta académica ha crecido de manera importante; alrededor de treinta programas de pregrado y veinte de postgrado, incluyendo trece maestrías y un doctorado. 

La matrícula universitaria en todos sus niveles viene creciendo aceleradamente al punto que nos asomamos a la cifra de casi 11.800 estudiantes. 

El campus universitario ha crecido en extensión y en metros construidos. Adquirimos el antiguo Liceo Pereira, adicionándole a los predios de la Universidad 50.000 metros cuadrados con las instalaciones preexistentes. 

Se han construido nuevos edificios, y remodelado los antiguos; entre las nuevas edificaciones podemos enumerar: el edifico de la Facultad de Bellas Artes y Humanidades y el Edificio de Bienestar Universitario. 

Se está licitando un nuevo edificio para aulas modernas, expandibles en capacidad de estudiantes y dotadas de infraestructura apropiada; este edificio estará situado entre la Facultad de Ciencias de la Salud y el Edificio de Bellas Artes y Humanidades. Este módulo interdisciplinario tiene proyectado contar con los siguientes espacios: dos aulas magistrales con posibilidad de unión; 40 aulas de clase con superficies planas y escalonadas; 4 salas de sistemas; 1 sala general para docentes; 4 ambientes de estudio para estudiantes; 1 bodega central para equipos pedagógicos; observatorio; terrazas y miradores; y espacios de uso múltiple. En fin, el edificio que contará con un área de 16.055 metros cuadrados y capacidad de albergar simultáneamente casi 2.000 estudiantes, tendrá diseños adecuados a las tendencias de enseñanza-aprendizaje actuales, disponibilidad de ambientes deficitarios en la U.T.P., aulas con mayor capacidad, oportunidad de integrar descubrimientos arqueológicos a los diseños arquitectónicos y oferta de equipamientos actualizados. 
La calidad de la institución se persigue de manera persistente. Hemos acreditado con la mención de alta calidad, nueve de los programas de pregrado y los otros, que por su antigüedad ya cumplen las condiciones iniciales requeridas, se encuentran en búsqueda de la misma. 

La institución como un todo fue Acreditada Institucionalmente por el CNA, haciendo parte del grupo de 12 instituciones de educación superior que han alcanzado este logro en el país hasta el presente. 

Hemos recibido la certificación ISO 9001 Versión 2000 para 20 procesos administrativos, incluyendo el área de Sistemas que extiende la certificación a la elaboración de Software; igualmente, recibimos la certificación NTC GP 1000 Versión 2004 cumpliendo por anticipado el requisito legal de obtener esta certificación. 

La Universidad ha ganado presencia en la sociedad regional articulándose con lo público y lo privado de manera creciente, quebrando una tendencia aislacionista que nos precedió. 

En fin, no voy a seguir agotándolos con información sobre los progresos de la Universidad que ustedes conocen y disfrutan tanto como yo; quise solamente mencionar algunos datos relevantes para dejar escrito un referente que justifique mis apreciaciones ante extraños. 

Volvamos al tema que nos congrega. 

No podría culminar estas palabras sino hiciera un alto en aquellos servidores de la Universidad que por razones imputables a los misterios de la vida, ya hoy no están con nosotros, pero que como todos los demás, siguen cosidos a nuestros más íntimos recuerdos: 

Clodwin Cecil Jenkins Williams 
Germán Woff Correa 
Apolinar Sierra Hartman 
Mario Muñoz Cano 
Andrés Ramos Díaz 
Alcibiades Segundo Reyes Sequeda 
Mario Restrepo Jaramillo 
Ricaurte Murillo Parra 
Héctor de Jesús García Montoya 
Héctor Julio Sánchez Acero 
Máximo Héctor Cardozo Victoria 
Alberto Henao Campuzano 
Alfonso Cárdenas Arellano 
Pablo Oliveros Marmolejo 
Armando Chávez Agudelo 
Carlos Arturo Ángel Arango 
Alfonso Suárez Molano 
Guillermo Guzmán Londoño 
Mario Devis Echandía 
Juan María Mejía Marulanda 

Queridos compañeros: 

Como Rector de la Universidad Tecnológica de Pereira y con la solemnidad debida, representando a toda la comunidad universitaria, que incluye, empleados, docentes, administrativos, estudiantes, egresados y directivos, reciban nuestro más alto reconocimiento por su aporte a esta institución y a todos los que pasamos y pasarán por ella. 

Para hacer converger esta manifestación en algo tangible, hemos resuelto entregarles una réplica del Prometeo, una obra inmortal del maestro Rodrigo Arenas Betancourt, que se ha vuelto el símbolo más importante para identificar nuestra querida Universidad. 

Para todos Ustedes, salud y larga vida, que la merecen de sobra. 

Muchas gracias, 

LUIS ENRIQUE ARANGO JIMÉNEZ
Rector 
Universidad Tecnológica de Pereira

Fecha de expedicion: 2007-05-31