Bienvenida en Presentación del Libro sobre Miguel Álvarez de los Ríos
Siendo aún muy joven, y cuando me dedicaba a mis tempranas inclinaciones políticas, solía visitar con frecuencia la imprenta de Don Libardo Gómez, la recordada Editorial Sigma, que por aquellas calendas estaba situada frente al antiguo Teatro Colombia, un área poco recomendable por su vecindario, que guardaba un cierto hálito de peligro para quienes éramos del otro extremo de la ciudad; me refiero a los alrededores del nostálgico Lago Uribe Uribe de Pereira. Nada que ver con la Pereira de hoy, como se suele decir, ni probablemente incluso con la de ayer, son apenas recuerdos de imaginarios.
Después de haber domesticado el mimeógrafo, arma de los revolucionarios de aquellos tiempos, habíamos dado el paso a lo impreso. Don Libardo, era un excelente anfitrión y en su local, que era una mezcla de editorial, negocio, directorio liberal, periódico y tertulia, conocimos las primeras letras del arte litográfico, al menos como discretos usuarios.
En aquella tipografía nos encontrábamos con la vista, a personajes extraños, como salidos de novela. Uno de ellos descollaba por sus finos atuendos, su buen porte y su elegancia. Lo recuerdo vestido de riguroso blanco, con un pañuelo granate en la solapa, inclinado sobre el linotipista, en un animado coloquio. Empecé a reconocerlo de lejos, como un intelectual muy cercano a los círculos del poder de entonces, con una personalidad cautivante. Un Don Juan, un bohemio y con una cultura avasallante.
Aunque no fui su amigo, probablemente por razones generacionales, nos empezamos a distinguir, como solemos decir en la jerga costumbrista. Yo era un insolente profesor universitario, recién salido de la crisálida, que pretendía sentar cátedra, sobre lo que aún todavía no entiendo: La marcha de la sociedad y sus intrincados misterios.
Con el correr del tiempo y cuando la vida me llevó a ocupar mi primer empleo público en la burocracia oficial, Gerente de las Empresas Públicas de Pereira, durante las Alcaldías de Gustavo Orozco Restrepo y Jairo Arango Gaviria, Miguel, ya era una luminaria de lo que han dado en llamar el periodismo literario y un consagrado escritor. Precisamente en la Alcaldía de Jairo Arango Gaviria, se tejieron las primeras hiladas de un encargo, para editar un libro, que hiciera memoria sobre los más importantes personajes de Risaralda. La Gobernación de Roberto Gálvez Montealegre, dio las últimas de esas puntadas, para que Miguel Álvarez de los Ríos, escribiera un libro, con una secuencia de relatos cortos y fotografías sobre diferentes dirigentes que habían descollado en lo político y en lo público en el novel Departamento. Tuve el inmerecido honor de hacer parte de esa galería de próceres entre comillas, en un momento de gran ansiedad en mi vida; había sido derrotado en mis aspiraciones de ser Alcalde de la Ciudad de Pereira. El libro salió a la luz con el sugestivo nombre: Quien es quien en Risaralda.
Mas tarde y cuando las inciertas derivas de la vida me trajeron a la Rectoría de la Universidad Tecnológica de Pereira, tuve la suerte de conversar con Miguel de tú a tú. Ya las distancias generacionales habían desaparecido, hablamos como iguales, perdónenme, como contemporáneos, porque igualarlo es imposible, al menos en mi caso. La magia de la edad nos acercó; cuando doblamos la esquina, no tenemos diferencias.
Hablé con él para recordar muchas cosas; y sobre todo para recrearme en la dimensión humana de las personas. Supe de sus amigos; entre ellos recuerdo a Jorge Mario Eastman, Pablo Oliveros Marmolejo, Germán Martínez Mejía, Hernán Vallejo Mejía, Pedro Gómez Valderrama. Siempre me ha fascinado, conocer la faceta humana de las personas, pienso que es un atributo que debiéramos hacer objeto de búsqueda permanente, y que he tratado en mi vida de conservar. Aún en las etapas de mayor fanatismo, pecado en que es muy fácil caer, sobre todo cuanto se transita la política, siempre he valorado las personas, y he velado porque la obnubilación que provoca el sectarismo, no despoje mi naturaleza humana.
Quizás por ese gran respeto a las personas y a su valor en la sociedad, es que he querido no dejar pasar el tiempo para que algunas personalidades de nuestra querida región, reciban en vida los reconocimientos que la sociedad les adeuda. Y en este caso, aunque la vida me dio desquite, no se trató de devolver una lisonja; este libro, complementa de manera bella, la titulación Honoris Causa que merecidamente le otorgara el Consejo Superior de la Universidad Tecnológica, al describir y fundamentar lo que significa la producción intelectual y literaria de Miguel, como legado para esta región y para Colombia. Como alguno de los autores sentenció, es uno de los pocos supérstites de los Greco Latinos, una corriente de intelectuales políticos caldenses que tuvieron asiento en el Viejo Caldas y dejaron honda huella en la cultura nacional.
Forma y Estilo del Periodismo Literario, es el título que han querido darle sus autores, Rigoberto Gil Montoya y Álvaro Acevedo Tarazona, dos distinguidos académicos, de agigantados quilates, el uno literato y el otro historiador, que dan muy buena cuenta de la Universidad que estamos construyendo.
Felicidades Miguel, como algún día lo expresé, eres grande. Disfruta, estos honores.
Te mereces el afecto y la consideración de los que hoy te acompañan, en este significativo encuentro de la inteligencia, la amistad y el amor.
Para que no te angustie más Borges: No serás el olvido que seremos.
Sean todos Bienvenidos a la Universidad Tecnológica de Pereira.
Muchas gracias,
LUIS ENRIQUE ARANGO JIMÉNEZ
Rector
Fecha de expedicion: 2007-09-04