FORO “DESARROLLO HUMANO, UNA ESTRATEGIA PARA LA PREVENCION DEL CONFLICTO EN EL EJE CAFETERO” 
UNIVERSIDAD AUTONOMA DE MANIZALES 
16 Y 17 DE SEPTIEMBRE DE 2004-09-14 

UNA UNIVERSIDAD AL SERVICIO DE LA SOCIEDAD 

UNIVERSIDAD Y SOCIEDAD. 

¿Qué se puede hacer desde la universidad para prevenir el conflicto armado? Que pregunta más provocadora pero a la vez más pertinente para quienes tenemos la responsabilidad de administrar estas Instituciones donde la humanidad tiene puestas gran parte de sus esperanzas, y donde en nuestro caso de país en profunda crisis de convivencia, ellas se redoblan. Que puede decir la universidad donde se forman los humanos que habrán de portar los liderazgos que la sociedad requiere para proseguir su marcha? Será que la Educación no tiene nada que ver con los comportamientos éticos de los profesionales en ejercicio? Será que la Educación no se conecta de alguna manera con las actitudes sociales hacia la convivencia? Será que la educación no tiene contenidos nacionales y regionales que la obliga a reflexionar sobre realidades particulares y a producir conocimientos apropiados? 

Todas estas preguntas se las tiene que hacer cualquier Institución de Educación Superior si quiere cumplir debidamente con la misión encomendada por la sociedad. 

Las Universidades deben desmontarse un poco de las verdades globales y engancharse a las problemáticas que acusan las regiones y el país, reflexión que no por trillada pierde vigencia. Este reclamo sistemático de la sociedad a sus Universidades sigue sin solución y debe hacer parte de cualquier agenda de Educación Superior. 

ESFUERZOS ANTERIORES 

Finalizando el siglo XX, en el año 99 para ser más precisos, se produjo en Colombia lo que se llamó la gran movilización por la educación Superior; acción que desde el Ministerio de Educación, convocó a la sociedad a repensar la Universidad Colombiana a través de una masiva campaña publicitaria que tuvo como lema central la exhortación a construir Nación desde las Universidades. Un primer gran Congreso Universitario se celebró en la ciudad de Barranquilla como sitio de convergencia de numerosos foros regionales donde participaron actores sociales de la más diversa naturaleza. A partir de las reflexiones y documentos que allí se produjeron no cabe duda de que la Universidad colombiana empezó a visualizar un gran proceso de cambio que venía cocinándose a fuego lento desde hacía algunos años pero que a propósito de esta sacudida académico política cobró aún mayor realce. 

A este gran esfuerzo se le hicieron numerosas críticas, entre otras que se quedó en el diagnóstico, que no concretó salidas, que fue demasiado abstracto y teórico; Sin embargo, pocos dudan hoy, después de algunos años y examinando los cambios logrados, en reconocer que la sola reflexión fue de por sí una salida al descongelar la atmósfera de mutismo Universitario precedente que había sobrevenido después de la crísis de la llamada universidad militante o mejor de la ideologización de los recintos universitarios con una sola verdad, en un ambiente contestario que no dejaba espacio a nada que no fuera consistente con el evangelio revolucionario. 

El primer Congreso trabajó los grandes temas de la Educación Superior agrupados en miradas múltiples sobre calidad, pertinencia, financiación, Ciencia y Tecnología, Extensión, todos ellos enmarcados dentro de la invitación a construir un proyecto compartido de Nación. 

Como continuación del primero se realizó un segundo Congreso en los primeros días de diciembre del año 2001, esta vez en el eje cafetero comprometiendo las ciudades de Pereira y Armenia. Este segundo Congreso pretendió ser de Síntesis, agrupando los esfuerzos de análisis y las propuestas formuladas desde distintos ámbitos de la Educación Superior, entre ellos ASCUN, el CNA, el ICFES, etc. También quiso este segundo Congreso hacer avances en la formulación de los lineamientos para la formulación de un plan de desarrollo para la educación superior, que trazara metas temporales y que incidiera en los programas de los candidatos presidenciales, los que fueron invitados a estar presentes aprovechando que estábamos en pleno debate electoral Presidencial. 

No logramos este último objetivo, aunque hay que reconocer que sin lograr aún calar en la conciencia de los Gobernantes al punto de concertar una política de Estado en materia de educación Superior si hemos obtenido una profunda sensibilización sobre el papel de la Educación Superior como motor de desarrollo. 

Tal vez no se ha dicho hasta ahora de manera expresa que las reflexiones del primero y del segundo Congreso de Educación Superior se dieron casi exclusivamente en el marco político, dejando poco o ningún margen para lo pedagógico, que a mi juicio después de tener un discurso claro en cuanto a los objetivos clásicos se convierte en lo esencial. Digamos ahora que a Colombia le hace falta una segunda gran movilización, esta vez en lo pedagógico, que nos ponga a hablar un mismo idioma en cuanto a los procesos del aprendizaje. 

NUEVO AMBIENTE PARA LA MOVILIZACION PEDAGOGICA 

¿Cómo queremos educar, con qué objetivos, con qué instrumentos, con qué competencias, con qué tipo de profesores, con qué método? Son todas preguntas que abordan temas poco examinados en nuestro universo Universitario, pero que acusan la mayor pertinencia y oportunidad. Debemos confesar que fruto de nuestra aun más precaria realidad educativa en el pasado, hizo que la mayoría de nuestros docentes Universitarios iniciaran su labor prevalidos de la gracia del espíritu santo sin que mediara ninguna preparación para ejercer como tales; las especializaciones en docencia Universitaria y otros niveles de formación relacionados son apenas procesos que viven un despertar y que podrían considerarse marginales a la hora de cuantificar las habilidades de los docentes Universitarios. Además no han estado precedidos de la gran discusión incluyente que hace falta en Colombia en el terreno de lo pedagógico; no obstante los aportes que en este sentido se vienen promoviendo desde las esferas oficiales de la Educación y que avanzan sin mayor discusión controvertidas apenas desde el ángulo político de manera muy débil. 

Se me antoja que debemos generar la gran movilización que nos coloque a hablar de la pedagogía que requerimos aplicar en la educación superior donde abordemos temas tan cruciales como aprender a enseñar despertando el entusiasmo y la creatividad. Como tomar en cuenta la situación particular de los estudiantes pero no para segregarlos sino para engancharlos en el proceso. Como interrogarnos sobre lo que hacemos, como enseñar a interpelarnos sobre nuestros pensamientos, como enseñar a ser verdaderamente libres. 

Hay que reconocer que transitamos por una nueva relación entre la sociedad y la Institucionalidad Universitaria al menos en lo que se refiere al sector Estatal que debemos aprovechar a toda prisa. 

Otros son los tiempos de la incapacidad para asumir el cambio, aunque no se reconozca plenamente las Universidades están cambiando de manera acelerada: viejos paradigmas en cuanto a calidad, cobertura, financiación y Gobierno Universitarios están replanteándose de manera importante; así lo registran los nuevos indicadores en acreditación de programas, la actividad de Investigación, el aumento de cobertura, la generación de recursos propios, los avances en gobernabilidad, etc. 

Este nuevo ambiente nos abre espacio para que exploremos en el interior profundo de los procesos de aprendizaje en lo que planteo como la movilización pedagógica: 

Debemos lograr que nuestros profesores acepten que deben ser animadores del conocimiento, provocadores de la indagación y no recicladotes de conductas aprendidas por reflejo. 

Hay que hacer entender que somos responsables de formar seres humanos educables y que depende mucho de los profesores que ello se logre. 

Debemos lograr que los estudiantes sean los protagonistas de los procesos educativos y los profesores facilitadores de los mismos. 

Hay que enseñar a inducir el uso de los aprendizajes en ejemplos que trasciendan el aula de clase e inviten a la innovación. 

Debemos estimular la transdisciplinariedad en los trabajos de los estudiantes para que se formen en la concepción de la complejidad. 

Hay que enseñar a debatir y a manejar las diferencias de manera apropiada, empezando por oirnos y captar que no somos dueños de la verdad, o mejor aún enseñar que no hay una sola verdad. ¿Cuanto no ganaríamos si le hiciéramos este aporte a nuestra juventud, embebida como está en ambientes de intolerancia, que se reproducen de manera incesante?. 

Hay que lograr que seamos capaces de frenar los deseos atropellantes de rebatir sin mayor juicio evadiendo enfrentarnos a los argumentos del otro. 

Hay que evitar caer en la tentación de descalificar al oponente pretendiendo noquearlo por la vía rápida entregándole a la veleidosa opinión el alimento que quiere recibir y de la que es opinodependiente?. 

Hay que lograr que nuestra juventud ande a nuestro lado de manera autónoma ejerciendo su libertad intelectual pero prendida a los esfuerzos que se hacen para superar las condiciones adversas que nos rodean. Nos ha tocado percibir una juventud abstraída en momentos y atracciones muy distantes a lo que queremos o anhelamos, lo que presagia que no estamos calando como formadores de futuro. Nuestra construcción lleva una agenda oculta que tenemos que desentrañar para estar a la altura de las responsabilidades que nos asignaron. No podemos actuar como autómatas reproduciéndonos sin mayor esfuerzo. 

¿Cómo lograr esa empatía que requiere la salud de nuestra organización social para que rememos de manera unitaria en lo posible? 

PROPUESTAS. 

Percibo vientos favorables para acometer tareas como las formuladas atrás; un nuevo ambiente en las relaciones universidad- Estado– Sociedad está en desarrollo: 

Naturalmente que no es una tarea fácil pues nos tendremos que ver con asuntos que cuestionan nuestros propios mapas mentales. 

Como puede apreciarse no se trata de un asunto de poca monta, pero si queremos de verdad aportar a la prevención del conflicto debemos salirnos de lo común. Para paises atípicos, fuera de serie, la peor de las recetas sería conformarnos con seguir la corriente. 

No obstante la complejidad del fenómeno, me atrevo a formular pasos concretos que podrían ser un buen punto de partida para la discusión: 

1. Concertemos un modelo pedagógico para el eje cafetero, que tome en cuenta nuestra realidad y nos permita conocernos y conocer a los demás en términos de profundos respeto y convivencia. 

2. Estimulemos la reflexión y el debate inteligente en nuestras instituciones de educación Superior desde los procesos educativos que siembren semillas hacia nuevas actitudes de comportamiento. 

3. Exijamos a quienes se desempeñarán como docentes un mínimo de conocimientos básicos en los procesos educativos que garanticen una actividad conciente e informada hacia los objetivos de la formación en Educación Superior. 

4. Construyamos en común los nuevos perfiles que requieren nuestros estudiantes y nuestro profesores para la llamada era del conocimiento. 

5. Hagamos esfuerzos por hacer más y mejor con lo que tenemos para que lleguen más compatriotas a las universidades y hagamos los esfuerzos necesarios para que se mantengan en ellas. 

6. Fomentemos la articulación de las universidades a los procesos productivos y a la gestión de Gobierno que ayuden a identificar las realidades locales y regionales en la búsqueda de sinergias para el desarrollo. 

7. Creemos redes académicas entre las Instituciones de educación Superior que potencien nuestros recursos y fomenten la movilidad a todo nivel haciendo de la Educación Superior un real servicio público. 

8. Estimulemos los reconocimientos a aquellas personas que predican con su ejemplo en el campo de la gestión pública, haciendo que sea rentable desde el punto de vista social el ser honesto. 

9. Trabajemos el concepto de región como hecho movilizador de desarrollo aprovechando la neutralidad y respetabilidad que ostentan las Instituciones de Educación Superior como factor articulador. 

10. Formemos nuestros estudiantes en el espíritu emprendedor que los anime a crear sus propios negocios sacándolos de la rutina de la empleomanía. 

1. Educación para todos. 

Hay que trabajar el fenómeno de la exclusión que le niega a tantos compatriotas el acceso a la Educación Superior, y por ende a la movilidad social, haciendo que se perpetúen las diferencias de cuna, impidiendo que el mayor nivelador, cual es la formación de educación superior pueda intervenir. 

La situación económica de la sociedad en los últimos años, de franco deterioro, han hecho estériles los esfuerzos del gobierno para aumentar la cobertura; en el orden Nacional la Educación Superior privada, en los últimos siete años, antes que aumentar el número de matriculados en los primeros cursos los ha disminuido, a pesar de las políticas de crédito especial ofrecido por el Gobierno; los aumentos se han registrado esencialmente en el lado de la Educación Superior Estatal, donde los matriculados en primer curso han tenido un crecimiento del 70% a pesar de que el Gobierno ha decidido congelar las transferencias a las Universidades Estatales. Una cruel paradoja esta ocurriendo en la Educación Superior: mientras la Estatal esta expuesta a una sobredemanda de 2.7 solicitudes por cada cupo, la privada está subdemandada con 0.67 solicitudes por cada cupo: la capacidad instalada de los privados está apenas utilizada en un 40%. Ello ha provocado que la Educación Privada haya perdido 10 puntos en la participación de la matrícula nacional en los últimos siete años.

La explicación de esta asimetría reside en la poca capacidad económica de la población y a la incapacidad de solución de las diversas políticas públicas al respecto. Hay que intervenir la demanda en las privadas y la oferta en las Públicas. 

Esta cruda realidad obliga a que todos los actores que intervenimos en el tema educativo hagamos replanteamientos si queremos salir del círculo vicioso. 

El Estado debe: 

– Reconsiderar su visión de que la única vía en las Universidades Públicas es la mayor eficiencia y complementarla con la asignación de recursos nuevos asociados a indicadores de eficiencia y cobertura. 

– Los entes territoriales asumir la responsabilidad de concurrir con recursos para la Educación Superior y no refugiarse en la disculpa de que es una responsabilidad del estado central. 

La Universidad debe: 

Además de recibir nuevos recursos asociados a mayor efectividad, desarrollar estrategias creativas para el uso de los recursos disponibles, tales como: segmentar el mercado, jornadas nocturnas, virtualidad, desplazar la oferta a las regiones apartadas, traer la demanda a donde esta la oferta. 

Hay que usar a cualquier precio la infraestructura ociosa. Trabajar el concepto de costos marginales y diseñar esquemas múltiples de acceso. 

Los Empresarios deben: 

Crear fondos de solidaridad para la equidad (subsidios al sostenimiento, subsidios al transporte). 

Los Usuarios deben: 

Apartarse de la creencia de que todo lo que el Estado proporciona es gratuito. 
Adoptar una actitud de concurrencia de acuerdo con sus posibilidades. 

Los trabajadores de la educación deben: 

Facilitar el cambio de cultura del sector contribuyendo a la modernización de la educación. 

La educación es un asunto de todos, quizás sea ella la única vía donde el éxito esta asegurado. 

En épocas de predominio del conocimiento e información tenemos que meternos a fondo en la virtualidad no solo para educar a nuestros ciudadanos sino para vender servicios de educación más allá de las fronteras. Estamos a tiempo de movernos, las redes ya están maduras. Los altos costos que implicaba una educación de calidad por la transmisión de la información hoy han decaído notablemente. Aquí también hay una excelente oportunidad. 

Tenemos en la población migrante Colombiana hacia el exterior una excelente oportunidad; muchos colombianos hoy ausentes desearían obtener un título con una universidad colombiana; pero más allá de eso pensemos en canalizar la capacidad de ahorro de la población migrante del eje cafetero ideando proyectos de inversión para ellos en concertación con el Estado. 

2. Universidad Sociedad, Competitividad y Desarrollo. 

Hay que hacer que las Universidades se inserten en las realidades económicas y sociales del país, circulando por ellas para que con sus conocimientos y posibilidades de abstracción puedan contribuir con nuevas miradas hacia la construcción de estadios de mayor bienestar. 

Hay que dejar de rendirle culto a lo externo y valorar mucho mas lo propio, lo local. Como hundirnos en nuestra propia tradición desenterrando los valores y culturas que nos precedieron y que nos deben dar identidad. 

Hay además acciones que las Universidades pueden emprender para aportar en el desarrollo económico de la región. Mientras los indicadores de pobreza y marginalidad sigan como están es bien difícil progresar en términos de convivencia. Es imperioso generar empleo y bienestar y para ello el crecimiento y el desarrollo económico son fundamentales. 

Cómo trabajar por la competitividad regional desde las universidades se vuelve una preocupación fundamental. 

La innovación debe estar a la orden del día. Tenemos que propiciar espacios que estimulen y promuevan la creatividad de nuestros jóvenes estudiantes y de nuestros docentes e investigadores. 

Las incubadoras de empresas y en especial aquellas de base tecnológica deben ser utilizadas de manera especial por las Universidades. Hay que trabajar por convencer a los empresarios de la latencia de estos procesos; ellos empeñados en resultados de corto plazo no son los mejores aliados para perseverar en estos procesos que requieren paciencia y maduración. 

La competitividad está emparentada con la calidad y ella se visibiliza, se mide y se cuantifica en los procesos, en la gestión y en los productos. Creo que las universidades pueden hacer esfuerzos muy importantes para fortalecer y darle sentido al binomio Universidad-Empresa desde sus infraestructuras de laboratorio. 

Una agresiva política de acreditación y certificación de los laboratorios de prueba y ensayo podrían alimentar nuestro andamiaje productivo con factores diferenciadores que proyecten nuestra competitividad regional; aquí veo una gran oportunidad. Nuestras universidades en el eje cafetero tienen instalaciones muy costosas que podrían alinearse y complementarse con el propósito de apoyar la producción local y regional. 

Basta pensar en laboratorios acreditados y/o certificados en productos naturales, en café, en alimentos, en suelos, en metrología dimensional, en variables eléctricas, en análisis bioquímico de agua, en aguas residuales, en refrigeración, en aire acondicionado, etc., etc. 

EPÍLOGO 

Nada de lo aquí enunciado es posible si no trabajamos en un cambio de mentalidad dejando atrás la visión pesimista de las cosas. Es posible lograr los cambios que requiere nuestra región si trabajamos concertadamente en un propósito de región. Son muchos los escenarios de trabajo conjunto que están por abordarse. La academia con su natural neutralidad puede ser un formidable punto de encuentro que facilite tejer un nuevo entramado de intereses que le apunten al desarrollo con un profundo sentido social. A este horizonte debemos aplicarnos quienes vivimos en el eje cafetero. 

Para prevenir el conflicto armado tenemos que formar a nuestra juventud con una nueva visión de la vida, que parte de transformarnos a nosotros mismos como maestros; pero también contribuyendo a hacer posible el crecimiento y el desarrollo en una nueva ecuación que se materialice de manera democrática y no perpetúe o profundice las condiciones de inequidad social que ha dejado el modelo imperante. 

Muchas gracias. 

LUIS ENRIQUE ARANGO JIMENEZ 
Rector 
Universidad Tecnológica de Pereira

Fecha de expedicion: 2004-09-16