LA FORMACIÓN POR CICLOS PROPEDÉUTICOS
CASO: Universidad Tecnológica de Pereira
Luis Enrique Arango Jiménez. Rector
Octubre 6 y 7 de 2.005
En las últimas décadas, el debate sobre el futuro de la educación superior ha estado presente en todo el mundo. El reconocimiento de la importancia estratégica de la educación como medio fundamental para alcanzar mejores niveles de desarrollo sostenible de las sociedades, ha llevado a expertos, investigadores y académicos a proponer las reformas y a pensar las estrategias para lograrlo.
A nivel global, los cambios se están gestando en múltiples campos de la vida humana: en el desarrollo de la ciencia y la tecnología que ha revolucionado la organización de los procesos productivos como nunca antes se había visto en la historia, en el acceso y la distribución de la información a través del uso de los medios informáticos; en las formas de organización de las economías de los países que se han agrupado en bloques regionales para obtener mayor ventaja en la competencia internacional, y dentro de una economía cada vez más globalizada pero segmentada entre países pobres y países ricos; en las dinámicas sociales con efectos paradójicos, como es la coexistencia de la aldea global con la aparición de los etnocentrismos, racismos, actitudes de intolerancia que han provocado guerras devastadoras y conflictos en distintas regiones del planeta; en la geopolítica mundial con el derrumbe del bloque socialista y la conformación de un nuevo orden incierto en la comunidad internacional; en las formas de gobierno, resultantes del reclamo por la extensión cada vez mayor de la democracia, la libertad y la pluralidad; y finalmente, en una distribución de la riqueza cada vez más inequitativa, en la que millones de personas han pasado, en los últimos años, a engrosar el segmento de la población en la pobreza extrema.
De este escenario mundial hace parte Colombia, sin desconocer sus especificidades en cuanto a la mayor complejidad y profundidad de su problemática social; y reconociendo el enorme potencial humano y material, que todavía no aprovechamos de una manera inteligente y adecuada, para garantizar un mejor estar de las futuras generaciones.
La Universidad, proclamada como la conciencia crítica de la sociedad, tiene la impostergable responsabilidad de convertirse en el faro que indique e ilumine los nuevos umbos que debe transitar la sociedad en procura de los ideales de una renovada civilización.
Prepararse para responder a estos desafíos, significa emprender un proceso de modernización de la Universidad. Identificar oportunidades y fortalezas que hay que aprovechar, reconocer debilidades y amenazas que están por superar, precisar los retos y desafíos que debe enfrentar y construir los nuevos escenarios que posibiliten tal transformación. Todo encaminado a hacer posible la existencia de un sistema de educación en el que la Educación Superior se inserte vigorosamente, influyendo en la innovación de los demás niveles educativos con los cuales le corresponde interactuar y realizando sus tareas sustantivas de formación de profesionales e investigadores, de generación y aplicación del conocimiento, y de extensión y preservación de la cultura, en condiciones de calidad, pertinencia, cobertura y equidad.
Esta tarea ha sido abocada por la Universidad Tecnológica de Pereira, mediante un proceso que hemos denominado de modernización académica, pero que lógicamente implicará una transformación organizacional y administrativa.
Para este propósito, hemos partido del reconocimiento de los principales retos que a nivel interno debemos enfrentar:
– Construir un cuadro epistemológico coherente, que dé sentido a la organización académica y administrativa de la Universidad.
– Aclarar las relaciones conceptuales, curriculares y administrativas entre los programas de Tecnología y de Ingenierías.
– Adoptar los modelos teóricos necesarios para la formación de profesores, para todos los niveles educativos.
– Reconocer la racionalidad de los estudios básicos, su composición, sus finalidades y su pertinencia con las carreras que quieren fundamentar y soportar.
– Asumir un discurso pedagógico que dé sentido a las prácticas educativas e investigativas en la Universidad.
– Flexibilizar los currículos y articularlos con los niveles educativos precedentes.
– Institucionalizar los estudios de postgrado y articularlos académica y administrativamente a los estudios de pregrado.
– Contribuir a la formación integral de los estudiantes mediante la aclaración de la naturaleza y esencia de los componentes humanístico, artístico, estético y cultural.
Para enfrentar estos retos, y particularmente para lograr la flexibilidad curricular que, a su vez, permita la ampliación de la cobertura, el mejoramiento continuo de la calidad y la ampliación de la oferta educativa, hemos adoptado como estrategias su programación por competencias, ciclos propedéuticos y créditos académicos.
En realidad, en el sistema educativo colombiano ha existido la preocupación por la formación propedéutica, en el sentido de ser un continuo lógico, es decir, que incrementa paulatinamente su complejidad, desde la formación, pre-escolar hasta la superior. Sin embargo, si esta situación ha sido clara para la tradicionalmente llamada formación académica, no ha sucedido lo mismo con la denominada formación técnica y tecnológica, que ha terminado por convertirse en un nudo gordiano entre la educación media técnica, la formación impartida por el SENA y los niveles técnico profesional y tecnológico de la Educación Superior.
En la anteriormente llamada formación secundaria, en nuestro país, y por disposición del Decreto 80 de 1.974, se organizó la formación por ciclos que se denominaron de exploración, de iniciación y de formación vocacional cubriendo desde el grado 6° hasta el 11° de la educación secundaria. Pero, tales ciclos fueron cambiados, por disposición de la Ley 115 de 1.994, por los de pre-escolar, básica y media académica o técnica; y en ningún caso, han sido articulados (propedéuticos) a la Educación Superior.
Por otra parte, desde los comienzos de la Universidad Tecnológica de Pereira ha existido la oferta de programas de formación Tecnológica paralelos a los de Ingeniería, pero concebidos cada uno con carácter terminal, y por lo tanto no han posibilitado un flujo de egresados de Tecnologías a las Ingenierías; aunque la naturaleza de los programas sea similar: Eléctrica, Mecánica, Industrial. Esta situación ha llevado a que los programas de Tecnología hayan sido complementados con ciclos profesionales de formación diferentes a los tradicionales programas de Ingeniería que ofrece la Universidad pero evitando de todas formas que los Tecnólogos busquen la solución a su profesionalización por fuera de su disciplina acudiendo a ofertas externas.
Los Tecnólogos eléctricos, mecánicos e industriales siempre trataron de ser admitidos en los correspondientes programas de Ingeniería sin que fuera posible que sus estudios fueran totalmente reconocidos, debían prácticamente reiniciar sus estudios, aunque hay que reconocer que últimamente la situación ha ido variando; ello hizo que la Facultad de Tecnología fuera encontrando sus propias soluciones, inicialmente a través de ciclos de profesionalización en convenio con otras universidades, y más adelante, buscando registro para programas profesionales que eran usados parcialmente al recibir en transferencia a los Tecnólogos en el último tramo del programa. Así se hizo con los tecnólogos industriales que inicialmente se profesionalizaron con la Escuela de Administración de Negocios -EAN- como Administradores de Empresas; pero posteriormente lo hicieron a través de un programa propio que los profesionaliza como Administradores industriales. El programa, tiene una extensión de once semestres en modalidad mixta, seis semestres diurnos y cinco semestres nocturnos; los tecnólogos se reciben en transferencia para el segmento nocturno logrando en la práctica, profesionalizarse en cinco semestres adicionales; hay que advertir que el programa sólo se ofrece en el segmento nocturno y a costos diferenciales de matrícula.
En el caso de los tecnólogos químicos, donde no existe programa a nivel de ingeniería en la Universidad, se trabajó la profesionalización a través de un programa propio construido desde la Facultad de Tecnologías para otorgar el título de Químico Industrial. A este programa accedían los tecnólogos después de un curso de nivelación a la parte final del programa. También, este opera en las noches, con costos diferenciales de matrícula, para dar oportunidad a los egresados que laboran.
Posteriormente, se modificaron los programas para hacerlos casi coincidir en los seis primeros semestres, de suerte que el programa de Tecnología Química está prácticamente contenido en el de Química Industrial.
A petición de la Facultad de Tecnología recientemente resolvimos abrir el nuevo programa de Química Industrial en jornada diurna alternadamente de manera semestral con el de Tecnología Química; como están las cosas quienes cursan el nuevo programa podrían tener la posibilidad de titularse como Tecnólogos Químicos cuando finalicen el sexto semestre y tendrían la opción de salir a trabajar o continuar estudiando para titularse como profesionales en Química Industrial.
Como parte de las lecciones aprendidas, rescato el hecho de las soluciones descentralizadas producto de la innovación de quienes quieren dar el paso; desde toda la institucionalidad a veces es muy complejo poder doblegar las resistencias naturales al cambio.
De hecho en la Universidad Tecnológica de Pereira ya existe la formación por ciclos en el área de Química, algo parecido puede decirse del área de Tecnología Industrial aunque el segundo ciclo hubo que proveerlo internamente con otro programa profesional asociado, y no a través del programa de Ingeniería Industrial como pudo haber sido.
En cuanto a las Tecnologías Eléctrica y Mecánica y a título de proyecto piloto se está trabajando desde la Facultad de Tecnología en el diseño de un programa en Ingeniería Mecatrónica que pueda darle solución a los Tecnólogos Eléctricos y Mecánicos de esta Universidad, pero también que signifique una propuesta de mayor alcance que recoja la media técnica y los egresados formados por el SENA en las siguientes disciplinas: autotrónica, electrónica industrial, electricidad y mecánica industrial.
El programa formará Ingenieros Mecatrónicos con titulaciones intermedias como Técnico profesional y Tecnólogo con énfasis en autotrónica, robótica, energía y electrónica industrial.
El rasgo esencial del programa es la flexibilidad curricular dentro de una cadena educativa continua, con ciclos cortos que permiten la movilidad curricular y el reconocimiento en cada uno de estos ciclos.
Este diseño curricular se ha venido trabajando con un equipo multidisciplinario desde al año 2.004 y en el año 2.005 fue complementado con un grupo del SENA. Se ha trabajado igualmente con algunas instituciones de educación media. El diseño está prácticamente concluido y entrará en su fase de socialización a partir de los próximos días.
La articulación puede lograrse concertando las condiciones curriculares para el reconocimiento de la formación adquirida en el SENA y en la educación media técnica; todo basado en la determinación de competencias a que se compromete cada Institución y su respectiva homologación en créditos académicos.
El nuevo programa implica una acción conjunta y permanente entre la Universidad, el Sena y las Instituciones de media técnica involucradas y que se fortalece con los proyectos desarrollados a nivel empresarial.
Naturalmente que todas estas variantes curriculares representan una aproximación un tanto parcial y voluntarista al abordaje del tema, deseamos avanzar en su comprensión y solución de una manera más integral y sistémica.
Para cumplir con este objetivo, la Universidad en el contexto de su proceso de modernización académica y curricular, ha decidido participar en una mesa de trabajo con las demás instituciones de Educación Superior de la región, con el SENA, con las Secretarías de Educación del Departamento de Risaralda y de los municipios del mismo y con el sector productivo, muy particularmente con la Fundación Empresarios por la Educación, para desarrollar el plan de articulación de la Educación Media.
Esta acción permitiría a largo plazo que los estudiantes de la Educación Media Técnica (grados 10 y 11), dedicando el 50% de la intensidad horaria a la Formación Técnica, podrían acceder al título de Técnicos Profesionales en la especialidad seleccionada de acuerdo al proyecto educativo institucional, al tiempo que completarían su formación como bachilleres. Naturalmente esto implicará que la educación básica también sea reestructurada y articulada a la media.
A la Luz de la Ley 749 del 19 de julio de 2.002, se puede implementar la formación por ciclos propedéuticos en todos los programas que ofrece la Facultad de Tecnologías. Esto significa que la Universidad puede crear el ciclo de formación Técnica Profesional y el ciclo de profesional en ; pues los actuales programas de formación tecnológica se ubican en la mitad de los dos anteriores. Con este prospecto, la Universidad generará mayores oportunidades y mayor democratización para una población que demanda cada vez más una Educación ligada a sus intereses, posibilidades y expectativas laborales. La Educación ya no se entiende como mero capital simbólico, compuesto de cultura general, sino también como una herramienta habilitante para diferentes desempeños. Cultura general, educación y formación para el trabajo han dejado de ser conceptos opuestos o desinteresados para convertirse en elementos articulados sistémicamente.
La formación por ciclos la hemos entendido como una estrategia para lograr la flexibilidad curricular. Estrategia ésta que cobra sentido, sólo si se la relaciona con las competencias y con los créditos académicos.
Las competencias constituyen el desarrollo de la educabilidad del ser humano. Ellas se logran por la adecuada interacción del medio sociocultural y el sistema educativo formal con las potencialidades del individuo. El tiempo dedicado por el estudiante al desarrollo de esas competencias, da lugar a la definición de créditos académicos. A su vez, la consideración de que una competencia es dinámica, esto es, que se genera, crece, se transforma, es más o menos profunda, extensa y compleja, da lugar a la definición de ciclos propedéuticos.
Debemos atrevernos a ser creativos en los modelos de formación, los conocidos no son los únicos, ni probablemente los mejores. El hacer, la práctica, siempre será un factor de mayor potencia en los procesos de formación.
Las competencias basadas en el conocimiento y en la práctica no se acumulan de manera lineal por capas secuénciales, los procesos del cerebro para aprender son múltiples, complejos e imbricados.
La pertinencia de los perfiles profesionales no se sustenta únicamente en nuestra percepción o imaginación, lo que la realidad le determina en el campo laboral a los egresados es un factor que debe considerarse.
Nos ha llamado profundamente la atención el modelo de formación a través de proyectos que el SENA está desarrollando en su Centro de industria en Pereira; algo similar estamos experimentando en el programa de Ingeniería de Sistemas y Computación de la Universidad: la asignatura de programación que ha sido el coco de los estudiantes de primer semestre, con altos índices de repetición, se está ofreciendo a través de un modelo ingenioso que reinterpreta el concepto de hora crédito; dándole acompañamiento a aquellas horas de estudio que corresponden al estudiante en talleres prácticos donde se trabajan dos proyectos: la construcción de un video juego y la de un Robot. Esta experiencia se ampara en un proyecto de investigación debidamente inscrito en el centro de investigaciones y extensión.
El proyecto está orientado a combatir la deserción, que se presenta en los primeros semestres, brindándole al estudiante una vía para mejorar su desempeño académico, más objetivo, habida cuenta de las malas prácticas de estudio que no garantizan que los estudiantes cumplan efectivamente con las horas de trabajo autónomo que el crédito académico presume, pero también colocando el poder de la práctica como motor de aprendizaje.
Tres cursos de programación con noventa estudiantes están involucrados en la experiencia donde tres docentes interactúan coordinadamente; a juzgar por los primeros resultados reportados, se ha logrado una gran motivación de los estudiantes y mejores niveles de aprendizaje; Dejemos que el director del programa de Sistemas nos explique:
En la materia Programación I se han planteado dos proyectos. El primero es la construcción de un video juego en dos dimensiones. Este proyecto ha requerido que los estudiantes aprendan la teoría básica de clases y objetos, así como las bases de la algoritmia. El segundo proyecto es
la programación de un robot, el cual debe ser construido por ellos o, en su defecto, programar uno de los robots armados para el Primer Concurso de Robótica. En este segundo proyecto se busca que el estudiante programe a bajo
nivel, comprendiendo los conceptos fundamentales: bit, byte, registros, memoria, instrucción, modos de direccionamiento, puertos, ciclos, secuencias, decisiones, etc.
Ambos proyectos sirven como línea de trabajo para el curso, y han generado una gran expectativa y deseos de aprender entre los alumnos. Sin embargo, como es la primera vez que se dicta, tenemos algunas dificultades que estamos solventando, y que son naturales en un experimento de esta magnitud
Para comprender la importancia del concepto de crédito académico en el contexto de la deserción, vamos a estudiar el caso de la materia Programación I del programa Ingeniería de Sistemas y Computación. Esta materia posee una intensidad de 6 horas semanales y 5 créditos académicos. Se tiene entonces:
5 Créditos Académicos = 5 x 3 = 15 horas de labor académica
Dado que la intensidad horaria es de 6 horas semanales, se establece:
5 Créditos Académicos = 6 horas docente + 9 horas alumno
Ahora bien, no es un secreto que los estudiantes de los primeros semestres no cumplen con las horas que les corresponden de trabajo autónomo. Esto explica, en parte, el porqué del bajo rendimiento académico de los alumnos en el primer semestre.
Para ayudar a paliar esta situación, se plantea una modificación (cuando corresponda) del concepto de crédito académico, el cual se aplicará preferentemente en el primer semestre. Consiste en dividir la materia en dos componentes, uno que corresponde a la exposición teórica y el otro referido al trabajo desarrollado por el alumno. En este sentido, la materia se divide en dos partes, cada una de las cuales cumple un propósito diferente. Sin embargo, al sumar las horas dedicadas a cada una de las nuevas materias, el global de horas se mantiene constante. Esto se entiende mejor con un ejemplo, y para ello vamos a recurrir nuevamente a la materia Programación I.
La materia Programación I requiere 15 horas de trabajo académico:
5 Créditos Académicos = 6 horas docente + 9 horas alumno
Entendiendo la realidad del escaso trabajo de los alumnos en el primer semestre, asumamos que los créditos de la materia disminuyen a 3. Esto nos lleva al siguiente resultado:
3 Créditos Académicos = 3 x 3 = 9 horas de labor académica
3 Créditos Académicos = 6 horas docente + 3 horas alumno
Como se ve, ha disminuido significativamente el trabajo autónomo del alumno. ¿Y qué pasa con los restantes créditos y horas alumno? La respuesta es simple: se asignan a una nueva materia que hace visible el trabajo individual de los alumnos y permite el acompañamiento por parte de los docentes al trabajo que realiza el estudiante.
Como resultado de lo anterior, se debe crear un laboratorio de 2 créditos académicos (obtenidos a partir de la reducción del número de créditos original) y su intensidad horaria se hace igual al número de horas que el estudiante dejó de utilizar.
2 Créditos Académicos = 2 x 3 = 6 horas de labor académica
2 Créditos Académicos = 6 horas de trabajo del alumno con acompañamiento
Lo que ha ocurrido aquí es que se ha hecho una transformación del crédito académico, dividiéndolo de modo que una parte de él acoja el trabajo del docente (casi exclusivamente) y la otra refleje el trabajo desarrollado por el estudiante. Tanto la parte teórica de docencia directa como la parte de trabajo del alumno se corresponden con materias en el currículo. En síntesis:
5 Créditos Académicos = 3 Créditos Teóricos + 2 Créditos Prácticos
En donde, de manera simplificada (y adaptable):
1 Crédito Académico = 1 hora docente + 2 horas alumno
Dividido en:
1 Crédito Teórico = 1 hora docente
1 Crédito Práctico = 2 horas alumno con acompañamiento
Tanto los créditos teóricos como los créditos prácticos dan origen a sendas materias, incluidas ambas en el currículo.
El resultado de esta propuesta metodológica deberá valorarse al final del curso. Como proyecto de investigación que es, contempla la evaluación de los objetivos logrados a través de pares académicos externos.
He querido traer esta experiencia en marcha que puede tener un sabor anecdótico con el fin de provocar la imaginación en términos de abrirnos al cambio. Nuestra invitación es a que nos salgamos del libreto e innovemos en materia pedagógica y educativa; la poderosa revolución de los medios de comunicación y de las ayudas educativas no pueden pasar por el lado de las Universidades sin pena ni gloria: sigamos creciendo conceptual, metodológica, técnica y experimentalmente en nuevas propuestas y proyectos con la seguridad de que estamos siendo consistentes con el desarrollo de la sociedad y con los nuevos paradigmas del conocimiento.
Muchas gracias.
LUIS ENRIQUE ARANGO JIMÉNEZ
Rector
Fecha de expedicion: 2005-10-07