Carlos Tunnerman, experto internacional en el tema de la educación Superior, asesor de Naciones Unidas, opina que ha habido una inversión en la concepción del papel de la sociedad frente a la Universidad o viceversa; dice Tunnerman: En el pasado, la universidad se consideraba la conciencia crítica de la sociedad; en los tiempos actuales, es la sociedad la conciencia crítica de la universidad. 

Tan lapidaria afirmación, implica que la Universidad, a fuerza de manejar códigos extraños ha venido desprendiéndose de la realidad, transitando caminos equivocados que le hacen perder legitimidad frente a la sociedad y que además contribuyen a debilitar el apoyo que esta demanda de manera creciente. 

Conceptos tan trillados como el de los estamentos básicos o fundamentales que invitan a entregarle el gobierno de las Universidades a los llamados estamentos internos empiezan a ser debatidos como fórmulas poco aconsejables y mas bien se abren paso nuevas lecturas que tienden a articular el accionar Universitario con nuevas expresiones sociales: a ello responde por ejemplo, el interés de vincular los egresados de una manera más plena al discurrir universitario o el de incorporar a los padres de familia a la vida de la Universidad. 

Antes que expulsar los mal llamados sectores extrauniversitarios hay que procurar que se enamoren de la Universidad; antes que desvincular los voceros de gobierno o de los gremios de los consejos superiores, hay que exigirles calidades especiales que los haga idóneos para contribuir desde un ángulo estrictamente universitario a la construcción de universidad. 

La autonomía Universitaria, legado histórico y precepto constitucional, no puede invocarse para que los sectores internos se apropien de la universidad, en lo que podría calificarse como una privatización desde adentro; la autonomía es funcional, y para hacer cosas en beneficio de la sociedad y del conocimiento. 

Los nuevos tiempos están marcados con el signo del replanteamiento: todo debe repensarse; lo que ayer servía hoy aparece contraindicado. El reduccionismo como código de conducta que invita a vivir aferrados a consignas inmodificables es lo que más riñe con el desarrollo de la vida y de la Historia. 

Luis Enrique Arango Jiménez

Fecha de expedicion: 2001-07-18